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jueves, 29 de noviembre de 2012

LAS CAMPANAS DEL TEMPLO

El templo había estado sobre una isla, dos millas mar adentro. Tenia un millar de campanas.
grandes y pequeñas campanas.  Cuando soplaba el viento o arreciaba la tormenta,
las campanas del templo repicaban al unisono,produciendo una sinfonía
que arrebataba a cuantos la escuchaban.

Pero, al cabo de los siglos, la isla se había hundido en el mar y, con ella, el templo y sus campanas.
Una antigua  tradición  afirmaba que las campanas seguían repicando sin cesar
y que cualquiera que  escuchara atentamente podría oírlas.
Movido por esa tradición, un joven recorrió miles de millas, decidido a
escuchar aquellas campanas. Estuvo sentado durante días en la orilla, frente al  lugar
en el que en otro tiempo se había alzado el templo, y escuchó, y escuchó con toda su atención.
Pero lo único que oía era el ruido de las olas al romper contra la orilla.
Hizo todos los esfuerzos posibles por alejar de si el ruido de la olas, al objeto de oír las campanas
pero todo fue en vano; el ruido del mar parecía inundar el universo.

Persistió en su empeño durante semanas. Cuando le invadió el desaliento,
los sabios de la aldea hablaban de la leyenda de las campanas del templo, su corazón
 ardía en llamas al escuchar aquellas palabras....
Por fin  decidió desistir del intento. Tal vez el no estaba destinado a ser
uno de aquellos  afortunados, o tal vez no fuera cierta la leyenda. Regresaría a  casa
 y reconoceria su fracaso.
 Era su ultimo día  en el lugar, y decidió acudir una ultima vez, para decir adiós al mar, y al cielo
al viento y a los cocoteros. Se tendió en la arena, contemplando el cielo y escuchando el ruido del mar.
Aquel día no  opuso resistencia a dicho sonido, al contrario, se entrego a el y descubrió que el
 bramido de las olas era un sonido realmente dulce y agradable,
 pronto quedó tan absorto en aquel sonido,
que apenas era consciente de si mismo. Tan profundo era el silencio que producía su corazón.....
¡ Y en medio de aquel silencio lo oyó! El tañido de una campanilla, seguido de otra, y otra y otra....
Y enseguida todas y cada una de las mil campanas del templo repicaban en una gloriosa
armonía, y su corazón se vio transportado de asombro y alegría.
ANTHONI DE MELLO


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